Hay que buscarla

En una de las numerosas escenas con tintes filosóficos de Amélie, la joven protagonista compara la suerte con el Tour de Francia: ‘lo esperas todo el año y luego pasa rápido’. Touchée. Hace demasiado que el Barça aguarda un golpe de fortuna agazapado en el pelotón con cara de póker mientras observa impotente y sin piernas los demarrajes de otros. Y aunque el azar no basta para explicar el juego racheado de un equipo frágil y desnortado, la acumulación de instantes en los que la moneda esférica dice cruz invita a la reflexión. Neto, Piqué, ter Stegen, Lenglet, Griezmann y hasta Messi aparecen en fotografías de errores clamorosos sobre los que apetece correr un tupido velo. Viajamos a toda velocidad hacia un fútbol episódico que premia la eficacia en las áreas y castiga las buenas intenciones del trayecto, y los de Koeman —como los de Valverde y Setién, hay que decirlo— no hallan respuestas audaces a las frecuentes preguntas que el destino plantea partido sí, partido también en este 2020 sinuoso.

Como se intuye en el primer párrafo, echo de menos aplicar símiles ciclistas al fútbol. Añoro, por ejemplo, definir un tramo duro del calendario ‘el particular Tourmalet’ de un equipo, como cuando en la 2008/09 el azar pilotado deparó medirse a Sevilla, Barça, Madrid y Villarreal en fechas consecutivas. Los azulgranas afrontan un diciembre rompepiernas sin etapas llanas, un mes donde teóricos repechos como Cádiz o Levante pueden tornarse hors catégorie por culpa del desorden táctico y de la mala fortuna —por qué no decirlo— que persiguen a los culés ¿Alguien se explica por qué los disparos del cirujano del gol Leo Messi van al centro del arco? Yo tampoco. Ya es mala suerte: el Barça no tiene ni la del campeón que no se ganó el curso pasado ni la del principiante que de momento no acompaña a Koeman. No descarto que el holandés se lleve un megáfono al banquillo para gritar a los suyos, como en una contrarreloj individual, aquello de que la suerte hay que buscarla.

El débil e inmaduro Barcelona de 2020 colecciona pinchazos y coquetea con quedarse fuera de control si no empieza a sumar de tres en tres. Urge reducir distancias respecto a una tête de la course que hoy se antoja un poco menos inalcanzable que ayer; y es que al maillot amarillo Atlético se le salió la cadena —le ocurre a menudo ante sus eternos rivales blancos— y Messi y compañía pueden y deben acercarse a la cima con pedaladas de buen juego. ¿Dónde te escondes, diosa eficacia? Sin la efervescencia de Ansu o la jerarquía de Piqué, gregarios de lujo como Riqui, Pedri, Dest o Aleñá podrían y deberían dar aire al grupo en la cronoescalada de las próximas semanas. El director Koeman, más convincente ante el micro que con la pizarra, no parece querer alejarse de la hoja de ruta de un planteamiento táctico que por ahora desnuda al equipo más que abrigarlo. Cada día está marcado en rojo en el calendario de un Barça que necesita encontrar ya su propia suerte. La buena, se entiende.

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